La Fiesta de la Candelaria, cuando se bendice al Niño Dios y las velas
La Fiesta de la Candelaria o de las Candelas, llamada así debido a que se bendicen conjuntamente la imagen del Niño Dios y las velas que se llevan con el Niño, tiene su origen en la celebración litúrgica de la Fiesta de la Purificación y la presentación del Niño Dios.
La ley mosaica[1] prescribía en el levítico[2] que toda mujer que hubiera dado a luz se purificara. Si el niño nacido era varón debía ser circuncidado a los ocho días y la madre debería permanecer en su casa durante treinta y tres días más, purificándose a través del recogimiento y la oración.
Después de esto, había que ir al templo para llevar una ofrenda en agradecimiento.
De esta manera, María, José y Jesús cumplen con este precepto.
En el templo se encuentran con Simeón quien, entre sus alabanzas, profetiza que el Niño sería la luz que iluminaría a la humanidad, de ahí que las candelas representen la luz de Cristo en los hogares.
En México se enriquece esta festividad con el compadrazgo: en los hogares, en la cena del 6 de enero anterior, se oculta un muñequito en la tradicional Rosca de Reyes. Cada comensal debe escoger de la rosca la porción que quiere para sí y cortarla personalmente.
Quien encuentre el muñequito se transforma automáticamente en el compadre del anfitrión de la cena, por lo que el siguiente dos de febrero deberá presentarlo «vestido».
Llegado el 2 de febrero, los padrinos, en el hogar del anfitrión, proceden a «levantar» al Niño Jesús (que previamente ha sido «vestido» por los padrinos) donde permanecía acostado, en el nacimiento, desde el 6 de enero anterior.

En algunos barrios de la Ciudad de México subsiste un bello oficio: el «vestir» imágenes del Niño Dios para su presentación el 2 de febrero. La tradición ha consagrado algunos «modelos» de vestido: de «Niño de las Palomas», todo de blanco con una tortolita en las manos; de «Santo Niño de Atocha», de rojo y verde y bastón en la mano, y de «San Francisquito», con hábito café y un animalito en las manos.
Una vez vestida la imagen, se acuesta en un pequeño canasto adornado con flores y, a hora temprana, el o los padrinos lo llevan «a oír misa», a ser bendecido y a que se le enciendan unas velas. Al concluir la misa, la imagen se entrega a los anfitriones en cuyo hogar fue recogido y es entonces cuando se le deposita en un sitio especial donde permanecerá todo el año, al tiempo que se sirve una cena cuyo costo absorbe el padrino. ♦
[1] Era una ley «muy estricta» de «ceremonias y ordenanzas» que tenía por finalidad «conservar vivo en ellos (en los israelitas) el recuerdo de Dios y su deber para con él».
[2] Levítico significa «lo relacionado con los levitas». El Señor escogió a la tribu de Leví para cuidar del tabernáculo, trabajar en él y ayudar al resto de la casa de Israel a efectuar las ordenanzas en ese lugar sagrado
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