Regresa a Santo Tomás Chiconautla el Cristo Divino Redentor
Ecatepec de Morelos, Edomex.- Música de mariachi y cohetones anunciaron por lo alto la llegada del Cristo Divino Redentor a Santo Tomás Chiconautla, el cual se ausentó de su comunidad para recibir tratamientos de conservación y restauración, luego de una mala intervención que lastimó severamente su capa pictórica.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hizo entrega a la feligresía de Chiconautla de esta escultura del siglo XVII, cuya junta vecinal fue asidua visitante a los talleres de restauración en la Ciudad de México, durante los tres años y nueve meses que permaneció ahí.

La recuperación estética, algo que parecía imposible, emocionó de sobremanera al párroco Juan Zavala Velázquez, quien celebró el retorno del Cristo Divino Redentor para la fiesta patronal del 21 de diciembre, día de Santo Tomás Apóstol. Ahora, en el ábside de la iglesia, se yergue imponente esta escultura ligera de pasta de caña, de 1.84 metros de altura, cuyos brazos se extienden 1.72 metros.

Es así como las generaciones de feligreses de Chiconautla, uno de los nueve pueblos fundadores de Ecatepec, podrán seguir venerando al Cristo Divino Redentor.

Cómo fue la restauración
Luego de que algunos fieles advirtieran la mala ejecución de la que estaba siendo objeto por parte de una persona no especializada en restauración, la comunidad de Chiconautla hizo las gestiones pertinentes y en marzo de 2019 la imagen ingresó a la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, donde la restauradora perito Roxana Romero Castro estuvo al frente de la intervención.

Un dictamen sobre su estado de conservación arrojó que las afectaciones a la capa pictórica se extendían a más de la mitad de su superficie, sobre todo en el lado derecho del rostro y el cuerpo, así como la parte posterior; daños que también se reprodujeron en la cruz que sostiene a la escultura, principalmente en el travesaño.

Mediante análisis de estratigrafía en las secciones que no resultaron afectadas, se detectó la presencia de cinco capas de policromía, siendo la superficial la más dañada. A partir de la capa más completa —subsecuente al estrato de preparación del soporte y, probablemente, la original de esta obra— se tomaron las decisiones para su reintegración cromática.

«Realizamos una limpieza química y retiramos los restos de esa mala intervención, a fin de estabilizar y aparejar la superficie, luego se procedió al resane y a la reintegración cromática con pinturas al barniz», indicó Roxana Romero.
La restauradora Julissa Romo Hernández explicó que la técnica aplicada se conoce como manchado, la más adecuada para simular las encarnaciones. «Se aplicaron veladuras, capas transparentes de color que permiten la variación tonal, hasta llegar a la apariencia mortecina que requería la escultura».

Por su parte, la conservadora Yamel Mares Sotelo, quien realizó lo propio en la cruz del siglo XVIII, destacó que al retirar los repintes se recuperó mucho del trabajo original de la pieza, la cual cuenta con coladuras, es decir, que por encima de la hoja de plata de su ornamentación (figuras fitomorfas), se colocaron barnices coloreados: morados, azules y verdes; mientras algunas ramas aún tenían el dorado original. ♦
Deja una respuesta